martes, 3 de enero de 2012

25/07/1835: Una tarde en los toros y... ¡A quemar conventos!

Hace unos días les contaba las peripecias de los señores Arband y Budoy  con sendos globos aerostáticos en la plaza de toros el Torín y les prometía explicar, con más detalle, los sucesos que llevaron a incendiar los conventos de las Ramblas tras una tarde de toros agitada.

Pues bien, el momento ha llegado y me dispongo a relatar los sucesos ocurridos aquel 25 de julio de 1835.

Como dije en su día, la plaza fue construida en 1834 por Josep Fontseré i Doménech en el barrio de la Barceloneta, en un lugar fuera de la muralla en los terrenos donde se ubicaba unos de los mataderos municipales que había en Barcelona.

La tarde del 25 de julio se celebraba en el Torín una corrida en honor del cumpleaños de la futura Isabel II y los barceloneses acudieron a la fiesta con ganas de armarla. Acababan de saber que el bando carlista (enfrentado al de la futura reina Isabel) había matado a 5 milicianos de Barcelona en Reus y el ambiente estaba muy caldeado. A eso se añadió que los toros salieron con pocas ganas de espectáculo y parecían más dormidos que otra cosa. Los espectadores, exaltados, se ensañaron y entraron al ruedo derribando todo lo que encontraban a su paso.

Barceloneses furiosos arrasan la plaza de toros
 
No contentos con haber destrozado la plaza de toros, salieron a la calle en dirección a las Ramblas. Por el camino se fueron añadiendo más y más personas hasta formar un grupo muy numeroso y violento. Gritaban consignas en contra de las fuerzas militares y el clero. Luego la emprendieron a pedradas contra las fachadas de los conventos de los Agustinos (en la calle Hospital) y los Franciscanos (en la parte baja de las Ramblas, entre Colón y la Plaza Medinacelli) que terminaron por quemar. Igualmente fueron quemados los conventos de los Dominicos (que estaba en la actual zona del mercado de Santa Caterina),  los Trinitarios Descalzos (situado en el espacio del teatro del Liceu) y el de Sant Josep (donde ahora está el mercado de la Boqueria).

Los disturbios siguieron varios días. Con la intención de apaciguar los ánimos, el 27 de julio se presentó en Barcelona el General Llauder pero fue tan mal recibido que se tuvo que marchar y enviar, como emisario, al general Bassa. Pero este aún tuvo peor suerte. Durante un discurso realizado desde el balcón de un palacio, situado en la Plaza Palau, desafió a los barceloneses con la frase “O Barcelona o yo” y el hombre terminó mal. Muy mal. Cuatro tiros en el pecho, luego arrojado desde el balcón donde pronunciaba el discurso y después arrastrado por las calles hasta llegar a las Ramblas donde le prendieron fuego.

Hecho esto, los actos violentos continuaron: derribaron la estatua de Fernando VII que había en la Plaça Palau y al anochecer incendiaron la fábrica Bonaplata (ubicada en la calle Tallers), que fue la primera indústria téxtil movida por la fuerza del vapor en España.

La fábrica Bonaplata en pleno incendio
Con todo lo ocurrido, la plaza del Torín fue clausurada hasta 1841, año en que volvió a abrir y estuvo en funcionamiento hasta el 23 de septiembre de 1923, cuando se celebró la última corrida en esa plaza. Según cuenta Guillem Martínez en su libro “Barcelona rebelde” en los últimos años del Torín la plaza se especializó en corridas protagonizadas por mujeres toreras, una de las cuales fue una tal Lola la Torera.
La torera Teresa Bolsí según grabado de Gustave Doré

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